El secreto es total, guardado férreamente por su familia y su agente Sabine Kehm.
Las fugas de información han sido muy contadas y no hay partes médicos. Por ello cualquier comentario de un miembro de su familia o de un visitante destacado a Suiza, a su lujosa casa medicalizada a orillas del lago Leman, dispara las especulaciones en la prensa y las redes sociales.
Recientemente hubo dos ejemplos, poco antes del quinto aniversario del accidente en Meribel, el lugar en el que 'Schumi' quedó en coma al golpearse la cabeza contra una roca, en una salida de pista que le costó muy cara.
Rolf Schumacher, su padre, declaró en noviembre al Daily Mail que el traslado de su hijo a la isla española de Mallorca no se iba a realizar. No dijo mucho al periódico británico, pero los responsables del mismo entendieron, acertadamente o no, que Michael ya no necesitaba asistencia respiratoria, algo que no se pudo verificar.
A principios de diciembre, Jean Todt, presidente de la Federación Internacional del Automóvil (FIA) y expatrón de Schumacher en Ferrari, indicó al Bild que había pasado a verle a Suiza cuando se disputaba el Gran Premio de Brasil.
Aunque el gran campeón alemán ya no esté en coma, técnicamente según reputados neurólogos, sigue en un estado vegetativo que nadie se atreve a valorar públicamente. ¿Pasa más tiempo en la cama o sentado en un sofá? Sólo su familia y las personas más cercanas lo saben.