Un preso en el corredor de la muerte en el estado norteamericano de Arkansas comió este lunes la que podría ser su última cena en medio de una disputa judicial sobre su destino.
La Corte Suprema de Arkansas suspendió este lunes dos ejecuciones programadas para esta noche, pero la fiscal general del estado, Leslie Rutledge, presentó un recurso ante la Corte Suprema de Estados Unidos para conseguir permiso para proceder con la ejecución de uno de ellos.
Si consigue la aprobación, Don Davis podría ser el primero de varios condenados en este estado del sureste del país en ser ejecutado en casi 10 años.
Una jueza federal había ordenado el sábado una suspensión más amplia de la serie de ejecuciones, pero su decisión fue revertida por la Corte de Apelaciones del Octavo Circuito de Estados Unidos. La Corte Suprema del Estado también desestimó una orden que bloqueaba el uso de bromuro de vecuronio como parte de una inyección letal.
Estas decisiones tienen lugar después de que el Estado enfrentara una serie de reveses legales en su empeño de apresurar las ejecuciones, medida que sería necesaria debido a que uno de los medicamentos usados, el midazolam, estaba a punto de vencer.
Mientras las autoridades esperaban nuevas decisiones de la corte, Davis cenó su "última comida" en la unidad donde está situada la cámara de ejecuciones, de acuerdo al Departamento Correccional de Arkansas.
Él cenó pollo frito, pan, frijoles, puré de papas y pastel de fresas.
La serie de impedimentos legales constituye un gran retroceso para el gobernador republicano de Arkansas, Asa Hutchinson, quien ha presionado por acelerar las ejecuciones mientras se acerca el vencimiento del midazolam.
Las drogas usadas en las inyecciones letales en varios estados norteamericanos --19 de 50 ya no ejecutan presos-- se han vuelto cada vez más difíciles de conseguir. Muchas compañías farmacéuticas, particularmente de Europa, prohíben venderla para ejecuciones.
Aunque las inyecciones letales son indoloras, los oponentes a la pena de muerte dicen que se corre el riesgo de complicar las ejecuciones, con los condenados agonizando durante largos minutos, lo que es inaceptable.