Hace un mes que Mattia, de 38 años y deportista, ingresaba en el hospital de Codogno, en el norte de Italia, con una grave neumonía. Fue el primer caso de coronavirus, el llamado "paciente uno", sin nexo con China y que destapó que el contagio estaba ya extendido en el país.
Ahora Mattia, cansado, mucho más delgado, pero totalmente recuperado, será dado de alta y no se perderá el nacimiento de su hija.
Una buena noticia en un momento en el que, justo un mes después de ese día, Italia contabiliza más de 4.000 muertos y 47.000 contagiados y los hospitales están al borde del colapso.
Su caso fue descubierto gracias a la intuición de la doctora Annalisa Malara del hospital de Codogno, quien al ver que el paciente, joven y sano, no mejoraba y cada vez estaba peor, pidió autorización para realizar la prueba del coronavirus, que hasta entonces sólo se había hecho con los evacuados de Wuhan (China) o con dos turistas chinos que se sintieron mal en Roma.
Mattia explicó que había comido con un amigo que acaba de volver de China y esto desató las alarmas, pero resultó que aquel jamás estuvo contagiado.
Su esposa, embarazada, también dio positivo y se temió lo peor, pero salió del hospital recuperada después de algunos días y ahora está en la 37 semana de gestación.
Enseguida se empezaron a hacer pruebas y llegaron los primeros casos de contagio en las regiones de Lombardía y Véneto (norte del país), un total de dieciséis, y se produjo la primera víctima mortal en Italia: un hombre de 78 años de Véneto.
Ahora Mattia comparte la habitación del hospital con un reanimador que enfermó tras ayudar a personas como él y espera que la semana que viene le den el alta para no perderse el nacimiento de su hija.