Hace un año el archipiélago de Chiloé y la zona costera de la región de Los Lagos se enfrentó a la peor crisis social y económica que se recuerde producto del fenómeno de marea roja.
Miles de trabajadores del mar y sus familias quedaron de brazos cruzados al verse privados de su principal sustento, lo que provocó una serie de protestas donde llegaron a bloquear los principales accesos a la zona.
Los 17 días de manifestaciones, desabastecimiento, ollas comunes y solidaridad quedaron atrás y dieron paso a caminos individuales en busca de mejores horizontes y estabilidad.
Entre quienes insistieron en el rubro marítimo sintieron los efectos del estigma de la marea roja en sus productos. El resto, debió reinventarse, pero siempre teniendo presente el proceso vivido en 2016.