A lo largo de su carrera, la actriz sudafricana Charlize Theron ha debido enfrentar una serie de cambios físicos para sus distintas actuaciones. La hemos visto muy delgada, calva, sin un brazo y ahora, para su última cinta, se verá con varios kilos demás.
Para protagonizar "Tully", película en la que interpreta a una madre de tres hijos que ha perdido toda esperanza, Theron debió subir más de 23 kilos, lo que además de producirle un cambio físico, también dejó secuelas psicológicas en ella.
“Quería sentir lo que esta mujer sentía, y creo que quizás por eso esta vez he ido más lejos que nunca para meterme en la mente del personaje”, explicó en una entrevista con Enterntainment Tonight.
Y en el proceso descubrió varias cosas. “Ha sido toda una sorpresa para mí porque he estado bastante deprimida y creo que en gran parte por la dieta que seguía... Por primera vez en mi vida he tomado mucha comida procesada y bebido refrescos con azúcar. A todas horas”, contó.
Tan drástica era su dieta, la que en todo momento estuvo asesorada por especialistas, que todo lo que comía al desayuno no le bastaba para subir de peso, por lo que debía poner el despertador a las dos de la madrugada para comerse un pote de macarrones con queso.