El consumo habitual de alcohol hace aumentar los niveles cerebrales de acetato, un subproducto del metabolismo del alcohol muy rico en energía, afirmaron investigadores estadounidenses en la revista "Journal of Clinical Investigation"..
En el estudio se logró comprobar que las personas que consumían alcohol un mínimo de ocho veces por semana obtenían más energía del acetato que otras menos bebedoras. Además podían quemar el acetato el doble de rápido que los bebedores moderados.
"Cabe mencionar que el cerebro de los bebedores empedernidos se adapta a funcionar con esta nueva energía, lo cual explica por qué los consumidores habituales les cuesta tanto dejar de beber y el síndrome de abstinencia que produce el alcohol es tan fuerte" dice el coautor del estudio Graeme Mason de la universidad de Yale.
Así como un vehículo puede empezar a utilizar etanol cuando se queda sin gasolina, el cerebro de los bebedores puede aprovechar la energía de una fuente alternativa de combustible.
Durante años se creyó que la única fuente de energía para el cerebro era la azúcar, pero definitivamente no es así.